Disfunción sexual eréctil: ¿apenas una dificultad de los órganos sexuales?
Las dificultades en la respuesta sexual han sido siempre motivo de preocupación y sufrimiento para las personas que las padecen y sus parejas. Una de las alteraciones de la respuesta sexual en el hombre, que más atención demanda es la disfunción eréctil (DE), justamente por comprometer de manera significativa el desempeño sexual, la satisfacción personal, el compromiso con la pareja y la autoestima de quienes la sufren.
Ante este padecimiento, los pacientes generalmente pueden acudir al médico de la familia, al urólogo, al sexólogo, al médico de cabecera, al psiquiatra o al psicólogo, por lo que se hace necesario establecer protocolos de actuación para realizar el diagnóstico y prescribir un tratamiento; además se debe efectuar la capacitación a los profesionales involucrados porque los programas curriculares de las carreras de medicina y psicología abordan de manera superficial esta patología, trayendo como consecuencia desconocimiento y falta de habilidades en los profesionales encargados de la atención médica y psicológica de estos pacientes.
En la práctica asistencial puede apreciarse que existe un infradiagnóstico de la disfunción eréctil (DE) asociada a factores de riesgo cardiovasculares. Con frecuencia estos pacientes se remiten a consultas de psicología sin antes estudiar las funciones biológicas del organismo, los factores de riesgo que se asocian a ella, y a otros factores de orden conductual que con frecuencia acarrean la dificultad en la erección ya sea de manera transitoria o permanente, tales como el consumo de alcohol, el cigarro u otras sustancias tóxicas.
El personal sanitario que atiende a estos pacientes debe estar actualizado acerca de sus causas, tratamientos vigentes, los nuevos enfoques que profundizan en su etiología, evolución, implicaciones y asociación a otras enfermedades. Brindar una atención de calidad a todos las personas que lo requieran es una máxima del sistema de salud en nuestro país. Por tanto, perfeccionar las acciones de prevención, tratamiento y rehabilitación de las alteraciones en la respuesta sexual y especialmente de la disfunción eréctil constituye una meta a alcanzar, que presupone conocimiento y sensibilización de todos los profesionales de la salud.
Conceptualización de la Disfunción Eréctil.
La disfunción eréctil (DE) es la incapacidad de lograr o mantener una erección del pene para la penetración y el desempeño sexual satisfactorio, se le considera el segundo problema más frecuente de disfunción sexual en los hombres, después de la eyaculación precoz, con una prevalencia aproximada del 30 %. Tiene la particularidad de ser una enfermedad con un fuerte componente subjetivo, debido a que afecta la calidad de vida, la autoestima y la relación de pareja.
El mayor número casos de disfunción eréctil tienen origen orgánico, principalmente por enfermedades vasculares, pero también está asociada a alteraciones estructurales, factores psicológicos, neurológicos, y hormonales. Se ha asociado con comorbilidades médicas y psicosociales.
Para el diagnóstico de la disfunción eréctil es importante realizar una entrevista exhaustiva en la que se aplique el método clínico con el fin de identificar todas las variables biológicas, psicológicas y sociales que puedan constituir la causa de este padecimiento. Existen además cuestionarios que se emplean de manera individual y que de forma cuantitativa hacen una clasificación de la complejidad de la disfunción eréctil.
Es necesario que el paciente sea consciente de su afectación y de todas las causas que la generan. Desde el momento de la entrevista inicial el médico o sexólogo, o psicólogo que lo asiste se adentra en la labor diagnóstica, pero también en la terapéutica, para después continuar los estudios necesarios, definir el diagnóstico e iniciar un plan terapéutico acorde a las necesidades de este paciente.
Aproximadamente 140 millones de varones en el mundo padecen disfunción eréctil. Hay una relación directamente proporcional de la progresión de la enfermedad con el aumento en la edad. Su prevalencia es de un 30 a un 35 % entre los hombres de 18 a 40 años.
Resultados investigativos confirman que en España, la prevalencia global de disfunciones sexuales es del 42 % y la disfunción eréctil es la más frecuente.
Actualmente, la premisa es detectar los factores de riesgo asociados a la disfunción eréctil con el propósito de modificar los factores reversibles (sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo, alcohol, hipogonadismo), y diagnosticar y tratar los factores vasculares asociados (hipertensión arterial, diabetes, enfermedad cardiovascular y dislipidemias). Los tratamientos actuales para la disfunción eréctil se basan en terapias que consideran diferentes líneas de tratamiento sexólogico, médico y/o quirúrgico, y también terapias psicológicas que tienen su origen en los diferentes modelos teóricos que las respaldan.
Esta problemática de salud está considerada junto a la enfermedad cardiovascular como diferentes manifestaciones de una enfermedad vascular común.
Sin embargo, en la práctica asistencial es fácil apreciar que existe un infradiagnóstico de la disfunción eréctil, y que cuando se diagnostica se le presta poca atención a los factores de riesgo que pueda presentar el paciente portador.
Con frecuencia estos pacientes se remiten a consultas de sexología y/o psicología sin antes estudiar las funciones biológicas del organismo, aunque desde hace varios años se insiste en descartar todos los problemas orgánicos que pueden estar vinculados a la disfunción eréctil.
Cada vez más la literatura médica fundamenta que la disfunción eréctil constituye un centinela de enfermedades vasculares en otros órganos, especialmente de enfermedad coronaria y cerebrovascular. Los sujetos que la padecen tienen mayor riesgo de presentar eventos coronarios en los siguientes cuatro años después de su aparición, cuando se comparan con aquellos que no la padecen.
También es frecuente el uso indiscriminado del sildenafilo (viagra) sin haberle realizado estudios previos al paciente. Si bien es cierto que puede tener un efecto favorable sobre la erección, su uso no desentraña las verdaderas causas de la dificultad sexual. Otras veces puede traer aparejadas graves complicaciones para el paciente al interactuar con otros fármacos y producir reacciones adversas que pueden provocar la muerte.
Dadas estas consideraciones científicas y la alta prevalencia de la disfunción eréctil, se impone con argumentos sólidos la necesidad de desterrar de las mentes de muchos profesionales de la salud, que esta enfermedad se circunscribe al órgano sexual y que es objeto de tratamiento de psicólogos, psiquiatras y en ciertas ocasiones de los urólogos. Siendo el sexólogo clínico es especialista en esta materia, con formación en terapia sexual, farmacología sexual y la clínica de la disfunción eréctil en toda su amplitud.
La actual dimensión de este padecimiento trasciende lo subjetivo aunque no lo desestima, propone la interdisciplinariedad, el enfoque sistémico de la enfermedad, el análisis pausado y profundo de cuantos factores se relacionan en su etiología y el abordaje terapéutico preventivo y rehabilitador que acoge las herramientas del arsenal sexólogico y médico y las del arsenal psicológico en perfecta armonía.
Por otra parte exige la creación de espacios asistenciales que respondan a las necesidades de atención de los pacientes y su pareja, espacios que requieren de condiciones materiales al parecer superfluas, innecesarias o intrascendentes, pero mirándolas desde la complejidad de lo psicológico sexológico como fenómeno personalizado es fácil comprender el por qué y para qué de su ineludible utilidad.
Tal vez la forma más sencilla de comprender esta complejidad es situándose en el lugar del otro, del que padece de esta enfermedad que se silencia, se sufre, porque en muchas ocasiones el paciente no sabe dónde acudir para ser escuchado.
Conclusiones a tener en cuenta.
El abordaje integral de la disfunción eréctil logra discernir e identificar la presencia de factores biológicos, psicológicos y sociales en su etiología. A partir de ese momento podrá emitirse un diagnóstico certero que posibilitará la intervención según necesidades individuales; que muchas veces admite la labor de prevención de enfermedades crónicas no transmisibles tales como la cardiopatía isquémica y otras enfermedades cardiovasculares.