Afrontamiento. Cuando se trata de “dar la talla”
Afrontamiento es cualquier actividad que el individuo puede poner en marcha, tanto de tipo cognitivo como de tipo conductual, con el fin de enfrentarse a una determinada situación.
Por lo tanto, los recursos de afrontamiento del individuo están formados por todos aquellos pensamientos, reinterpretaciones, conductas, etc., que el individuo puede desarrollar para tratar de conseguir los mejores resultados posibles en una determinada situación.
Ante una situación estresante, o cuando el individuo reacciona con una determinada emoción, es posible adoptar distintos tipos de afrontamiento. Por ejemplo, una clasificación muy simple de tipos de afrontamiento sería:
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afrontamiento activo
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afrontamiento pasivo
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evitación.
Otra clasificación básica podría ser:
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afrontamiento cognitivo
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afrontamiento conductual
Finalmente, otra clasificación importante que se suele cruzar con la anterior es:
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afrontamiento dirigido a cambiar la situación
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afrontamiento dirigido a reducir la emoción.
Miedo a no dar la talla: cuando el sexo se convierte en un examen
Muchos hombres dejan a un lado la espontaneidad sexual al verse dominados por el síndrome de la máquina sexual, aquel que provoca que el hombre vea la satisfacción sexual de su pareja como una vía para subir su autoestima.
El sexo deja entonces de ser algo natural y corre el riesgo de desvirtuarse.
Miedo a no dar la talla: cuando el sexo se convierte en un examen
En la sociedad competitiva y consumista en la que vivimos, gran parte de lo que hacemos tiene como motivación fundamental el refuerzo nuestro ego.
En ocasiones eso es llevado al límite y nos conduce a quedarnos en lo superficial: tratamos de ganar dinero, en ocasiones a toda costa, para que se note que somos triunfadores; queremos ir bien vestidos para demostrar nuestro estatus e intentamos relacionarnos con personas de nuestro nivel.
Dentro de esta dinámica tan nuestra, también tratamos de alimentar nuestro ego a través de la sexualidad.
El ego en el sexo
Muchos hombres se acuestan en la cama con su pareja y con su propio ego al lado. De esta manera, cada relación se convierte en una ocasión para lucir su hombría.
Detrás de esta actitud tan extendida en Occidente se encuentra el ego: el temor a la comparación y al posible juicio que hará la pareja de sus competencias amatorias. “¿Qué pensará ella de mí?”, “¿Estaré a la altura de sus necesidades?”, “¿Le haré disfrutar tanto como sus otras parejas?”…
Junto a las preguntas anteriores también encontramos muchas creencias masculinas todavía muy arraigadas: “Un hombre debe satisfacer siempre a una mujer”, “Si ella quiere, yo tengo que estar dispuesto”, “Es mi responsabilidad que ella disfrute”, etc.
Consciente o inconscientemente, la mente de muchos hombres se llena de todas estas interferencias, lo cual hace que, más que disfrutar, uno se acueste para examinarse.