Sería muy deseable que en lugar de poner nuestra energía en el tratamiento de problemas cuando éstos ya están presentes, fuéramos capaces de anticiparnos e ir organizando nuestra vida en cada una de las etapas evolutivas de forma saludable, promocionando hábitos saludables en lugar de ir con posterioridad desesperados intentando “apagar fuegos”, tratando los problemas que van surgiendo o, aún peor, tratando de negarlos, incluso conscientes de que el tiempo no sólo no los resuelve, sino todo lo contrario. Con este ánimo, proponemos una serie de medidas que cualquiera puede ir atendiendo en aras a preservar su salud sexual, en el caso del hombre, su capacidad de respuesta eréctil.
La erección es involuntaria
El hombre no puede tener o eliminar una erección a voluntad. Sólo puede dejarse llevar por una situación estimulante desde un punto de vista sexual, y su sistema nervioso autónomo pondrá en marcha el mecanismo correspondiente. Y, curiosamente, cuanto más se esfuerce un hombre por tener una erección y más pendiente esté de ella, más fácil será que ésta no aparezca o se interrumpa.
Buen sexo no es siempre coito (penetración vaginal)
Resulta educativo para cualquier pareja disfrutar del placer cómplice compartido sin el coito como plato del menú sexual. Caricias de todo tipo, con manos, boca, piel, juguetes sexuales, la felación, el cunnilingus… son múltiples las alternativas que permiten descubrir que ambos pueden disfrutar del placer sexual sin la participación del pene en erección. Es una buena práctica educativa frente al impacto paralizante que un eventual “gatillazo” causa en hombres y parejas que, además de no esperarlo, no han desarrollado estrategias de disfrute alternativas. Corren así el riesgo de vivir la ausencia o pérdida de erección como la ausencia o pérdida de placer sexual. En suma, si cualquier hombre, en un momento dado, se descubre demasiado pendiente de su erección, más vale dejar la idea de penetrar y disfrutar de un placer que no requiera el pene erecto.
No es cierto que ya habrá tiempo
Los encuentros sexuales pueden ser programados, no es necesario que el sexo sea espontáneo: no lo hacen ni mejor ni más auténtico
Es también muy educativo ir de manera periódica explorando la posibilidad de introducir o cuestionarnos, aunque sean en apariencia, mínimos cambios en nuestro estilo de vida. Conocer y darnos cuenta de la poderosa influencia que el estrés, el exceso de trabajo o su adicción tienen sobre nuestra sexualidad. El placer requiere su tiempo, ponerlo en la agenda. Hay que olvidar el mito de la espontaneidad. Debemos ser espontáneos dentro de las horas acordadas para el placer. De otra forma, las múltiples obligaciones impiden dejar espacio-tiempo para el placer. Es lo que siempre tendemos a sacrificar, con el autoengaño de que ya habrá tiempo, de que si esperamos a que surja de manera espontánea es mejor, más auténtico. Pero no suele ser así, esperando el arrebato espontáneo, de pronto los días son semanas, incluso meses… Y “órgano que no trabaja se atrofia”, algo que sucede también con los sexuales. Las investigaciones pioneras sobre conducta sexual realizadas por Alfred Kinsey le permitieron observar que las personas que con más frecuencia disfrutaban del sexo durante más años mantenían dicha capacidad de disfrute. En cambio, cuanto más escasamente disfrutan del sexo las personas, éste tiende a espaciarse más y se abandona con mayor prontitud en la madurez.
La erección, aunque no sea pétrea, puede disfrutarse
El pene mantiene su capacidad de sentir placer aunque no esté rígidamente erecto. Es más, con una buena disposición por parte de la pareja, es posible también introducir el pene fláccido o casi fláccido en la vagina. Son formas de disfrutar de sensaciones genitales sin la “exigencia” de rigidez, causa frecuente de su paradójica incapacidad.
Cuidar la salud es cuidar la sexualidad
Otro aspecto dentro de los cambios de estilo de vida es el de los hábitos saludables generales. La salud sexual es un aspecto de la salud global. Ya hemos mencionado que los problemas con la erección son síntomas centinelas de que existen otras enfermedades como la hipertensión, ateroesclerosis, diabetes, etc. De hecho, cada vez disponemos de más evidencias de las semejanzas entre el tejido cardíaco y el eréctil. Las prácticas saludables para aquél también lo son para éste. Quien desea mantener su salud, también la sexual, incluida la capacidad de respuesta eréctil, debe dejar el tabaco y otras drogas, beber con moderación y prestar atención a los medicamentos que le son prescritos. Cada vez conocemos más sobre los posibles efectos adversos antisexuales de algunos (tabla DE4). Si surgen dificultades sexuales estando medicado, hay que consultar con el médico al respecto. Y quien padece alguna enfermedad sistémica (verlas en tabla DE1), controlarla y seguir los consejos médicos es cuidar su salud, también la sexual.
Disfunción eréctil
La dificultad o imposibilidad para poder alcanzar o mantener una erección suficiente como para llevar a cabo la penetración y realizar el coito ha sido conocida históricamente con el nombre de impotencia. Este nombre, con una gran carga negativa, parecía describir tanto esa imposibilidad física como el sentimiento de frustración del paciente y de los profesionales de la salud que tenían que atender estos casos con muy pocos recursos.
Por fortuna, hoy hablamos de disfunción eréctil. Esto supone más que un cambio de nombre. Hay nuevas terapias, nuevos recursos farmacológicos y quirúrgicos que han desterrado el pesimismo de este problema sexual y permiten dar respuesta clínica a esta disfunción sexual que se estima que puede afectar a casi dos millones de españoles. De hecho, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz constituyen los problemas de carácter sexual más frecuentes entre los varones, que repercuten en la calidad de vida tanto de quien la sufre como de su pareja.
La disfunción eréctil y la eyaculación precoz constituyen los problemas de carácter sexual más frecuente entre los varones
Otra consideración relevante sobre la necesidad de atender la capacidad de respuesta de erección del hombre es que ésta se puede comportar como un síntoma centinela de otras enfermedades subyacentes importantes, como hipertensión, ateroesclerosis, diabetes, etc. (tabla DE1).
El primer estudio de envergadura sobre la incidencia entre la población de este problema fue el llamado MMAS (Massachusetts Male Aging Study), realizado en Estados Unidos en el año 1994 en 1.290 varones de edades comprendidas entre 40 y 70 años. La prevalencia de disfunción eréctil de cualquier grado era del 52% de la población masculina. Con posterioridad, en España (1999) se realizó el estudio EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina) en el que se evaluó a 2.476 varones españoles, de entre 25 y 70 años de edad. Se encontró algún grado de disfunción eréctil en el 12,1% de los casos. En el caso español, si nos fijamos en el rango que comprende hombres de entre 40-70 años, el 24,6% padece disfunción eréctil, lo que pone de manifiesto que la prevalencia de la disfunción eréctil en nuestro país es inferior a la detectada en el MMAS. Ambos estudios demostraron lo que los sexólogos constatábamos en nuestras consultas diarias: la incidencia de la disfunción eréctil aumenta con la edad (tabla DE2). No obstante, es frecuente que un hombre tenga problemas transitorios de erección en algún momento de su vida. Si sucede alguna vez con carácter aislado no debe ser motivo de preocupación.
La disfunción eréctil según la edad
Desde el punto de vista de las causas y del tipo de tratamiento más adecuado, la edad es un factor determinante. La disfunción eréctil tiene causas más frecuentes en función de los distintos periodos evolutivos del hombre.
En el joven
“Hace un año que soy impotente. Ha sido desde que tengo novia y hemos querido tener relaciones sexuales. No sé qué pasa, pero evito que nos veamos a solas y voy dando excusas para que esa situación no ocurra. Cada vez es más difícil convencerla de que no me pasa nada”. Es el caso de Juan, quien con apenas 18 años ya experimenta la frustración y angustia del hombre que se percibe como impotente.
“En cuanto empezamos a salir, los amigos no paraban de decirme ‘¿ya te la has tirado?’ y cosas por el estilo. Disimulaba ante ellos, pero me sentía obligado a hacerlo con ella lo antes posible. Aunque no estaba muy seguro de qué es lo que quería hacer cuando estuviéramos solos ella y yo las primeras veces”.
La disfunción eréctil de Juan es debida a la presión psicológica que le ocasiona la responsabilidad que él mismo se atribuye para “hacerlo bien como hombre”. La idea de cumplir en un chico que no ha tenido experiencia sexual previa actúa como una losa; si bien no sabe con exactitud qué debe ser cumplir, siente que el placer de su chica es responsabilidad suya y sobre todo responsabilidad de su pene. Estos casos son fácil y rápidamente tratables.
En el adulto joven
“Desde hace unos meses no puedo tener una erección. Mi mujer y yo trabajamos, llegamos a casa tarde y cansados, apenas con fuerzas como para cenar algo y tumbarnos a descansar y dormir. En la empresa las cosas van bien, lo que pasa es que tengo mucho trabajo -y me gusta, pero es mucho-. La verdad es que hace ya tiempo que el sexo no es más que una especie de obligación más, llega el fin de semana y toca. Muchas veces en realidad tengo ganas de descansar. Si salimos a cenar y tomar algo, lo que realmente tengo ganas de hacer después es dormir, pero si no lo hacemos no es normal. Ahora, desde que no tengo erección, la cosa es mucho peor. Me agobia la idea del sexo, del fin de semana. Ella nota que la evito y está más agresiva conmigo. Estamos discutiendo más por cualquier cosa”.
La terapia sexual avanza más rápida y eficaz si ambos miembros de la pareja se implican en el proceso
Luis, de 32 años, trabaja en una empresa en la que es apreciado por su dedicación y éxito profesional. No tiene ningún conflicto con Rosa (29 años, su mujer) pero el estrés laboral, la falta de tiempo para ellos, y ahora sus dificultades en la cama, han comenzado un proceso que, de no haber venido a consulta, rápidamente deterioraría su relación.
El estrés laboral, el sentimiento de sentirse agobiado, es el desencadenante inicial de su disfunción eréctil. Estos fallos de erección se producen también cuando hay problemas laborales o pérdida de empleo. En muchas ocasiones, los procesos depresivos desencadenados por las situaciones de desempleo causan disfunción eréctil. No en vano, los estados depresivos son muy dañinos sobre la respuesta sexual. Incluso en ocasiones, la falta de erección asociada con la falta de deseo sexual es la primera y tal vez la única manifestación del trastorno depresivo.
El tratamiento de estos casos de disfunción eréctil puede suponer el afrontamiento simultáneo de los cuadros de ansiedad, depresión y de cualquier otro conflicto psicológico de base o asociado (tabla DE3), por lo que en ocasiones, y por un periodo breve y transitorio, puede requerir el uso de fármacos como ansiolíticos o antidepresivos en el proceso de terapia sexual. Así, se facilita que el paciente goce del suficiente autoapoyo como para centrarse de manera específica en el problema sexual, donde la implicación de su pareja será clave para facilitar la resolución del problema.
Un factor que contribuye a incrementar un posible estado depresivo o ansioso es que, además, se haya producido una separación o divorcio. En otras ocasiones, el hombre no tiene pareja y precisamente su miedo a fallar hace que autosabotee cualquier incipiente relación en cuanto vislumbra que puede acabar en sexo. El miedo a no poder dar la talla lo aleja cada vez más de las relaciones sociales. En todos los casos en que el hombre no dispone de pareja, la terapia sexual es, si cabe, más importante y decisiva. Como es obvio, el proceso de terapia suele ser más prolongado y en él se abordará el apoyo a su autoestima.
En adultos de mediana edad
“Desde hace unos meses no tengo erecciones con mi mujer. Lo he intentado pero no lo consigo, me pongo nervioso, ya antes de comenzar estoy pensando que no podré conseguirlo. Tengo 54 años, hasta hace un año alguna vez había perdido la erección. No le dimos importancia, pero ahora, no aguanto la erección. Si no eyaculo pronto, pierdo la erección. Al principio mi mujer decía que no me preocupara, pero la veo cada vez más distante. Me ha llegado a preguntar si hay otra. No sé cómo convencerla de que no entiendo lo que me pasa”.
Adolfo, fumador de paquete y medio de tabaco diario, con un trabajo de oficina que le facilita una vida sedentaria, sin suficiente ejercicio físico, con unos kilos de más, una tensión arterial ligeramente alta y con algo de “colesterol” sufre una afección leve en su sistema vascular. El mecanismo de erección del pene forma parte de dicho sistema por lo que todo lo que afecta a la circulación, afecta a la erección. No es que no pueda tener una erección por todas las cosas que físicamente le ocurren, sino que si a ello se le suma la preocupación y la autoexigencia por tenerla, se completa el círculo de factores que acaban deteriorando su respuesta erectiva.
El tratamiento del problema de Adolfo es relativamente rápido al inicio si cuenta con la colaboración cómplice de su esposa. La terapia sexual avanza siempre más rápida y eficaz si ambos miembros de la pareja se implican en el proceso. Resulta evidente que la mejora de su calidad de vida será decisiva también para mejorar su erección durante los próximos años, en los que habrá que contar con el tratamiento de los problemas médicos y, de manera previsible, con la ayuda de un grupo de fármacos prosexuales, los inhibidores de la PDE5 (viagra, cialis, levitra).
Conviene alertar que los fármacos que se citan tienen que tomarse bajo prescripción médica. Se trata de un medicamento que no es inocuo si se ingiere sin la supervisión de un facultativo y con las dosis adecuadas. Además, para aquellas personas que pudieran tener la tentación de multiplicar su potencia gracias a ellos, conviene advertirles que no es así. Como fármaco que es, cura una patología pero no sirve para otras facultades.
En el hombre mayor
La edad avanzada no es una enfermedad. Por fortuna, cada vez más hombres llegan a cierta edad en un estado saludable. En esta situación, no hay por qué esperar ningún problema con la repuesta sexual. No existe ninguna edad de jubilación sexual. No obstante, hoy por hoy también son muchos los hombres que van acumulando factores que deterioran su salud -y la sexualidad es un aspecto fundamental de la salud- por lo que se van incrementando los casos de disfunción eréctil con la edad (tabla DE2). Cuantas más enfermedades vayan manifestándose, en especial aquellas que afectan a los sistemas circulatorio o nervioso, más probabilidades habrá de que eso se traduzca en factores que restan capacidad de erección en los hombres. Otros factores que con frecuencia vienen a sumarse a los que deterioran la calidad de la erección son los mismos fármacos con que tratamos dichas enfermedades, que suelen tener como efecto adverso la perturbación de la capacidad de erección del pene con mayor o menor intensidad.
La gran mayoría de casos de la disfunción eréctil son fácilmente diagnosticables cuando se atienden los aspectos médicos, psicológicos y sociales
El tratamiento de la disfunción eréctil del hombre de edad avanzada pasa por la atención médica de la enfermedad o enfermedades que contribuyen a que ésta aparezca. Con frecuencia el tratamiento de estos casos se beneficia también del uso de los inhibidores de la PDE5 antes mencionados (viagra, cialis, levitra) que, como una suerte de “muletas químicas”, son de utilidad, bien al inicio de la recuperación de la capacidad eréctil o bien constituyen un apoyo farmacológico más o menos permanente para el hombre, dependiendo de su estado global de salud. El éxito resulta de la adecuada integración de estos recursos médicos y farmacológicos en el proceso de terapia sexual, que, en el caso de haberla, se beneficia de la implicación de la pareja, como sucede por lo general en el tratamiento de problemas sexuales.
Soluciones
Por fortuna, en la actualidad la gran mayoría de los casos de disfunción eréctil son fácilmente diagnosticables cuando se atienden los aspectos médicos (su estado físico, enfermedades, medicamentos, drogas, etc.), psicológicos (cómo se encuentra y cómo está repercutiendo en la pareja, si la tiene) y sociales (el contexto en el que vive y surge el problema) que pueden estar implicados en la aparición de la disfunción.
La sequedad vaginal es un trastorno muy común, y es importante que la mujer sepa cómo evitar que se convierta en un obstáculo insalvable para el disfrute sexual
La terapia sexual se ha visto auxiliada tanto por la integración de recursos psicoterapéuticos como por el creciente desarrollo de la farmacología sexual, que permite disponer de medicamentos cuyo óptimo manejo está en manos del médico sexólogo en el marco de la intervención terapéutica adecuada a cada caso.
Como en casi todas las disfunciones sexuales, el mejor pronóstico se da en los casos en los que afecta a una pareja sin grandes conflictos y con una buena disposición a la colaboración activa entre ambos.
Principales causas médicas de disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Conflictos de pareja
Problemas con la propia imagen
Baja autoestima
Estrés
Problemas en el entorno social o laboral
Factores del desarrollo y la educación sexual
- Neuropatía: educación muy prohibitiva con respecto al sexo.
- Neuropatía Creencias sexuales erróneas.
- Neuropatía Traumas sexuales en la infancia o en las primeras experiencias.
- Neuropatía Abuso sexual en la infancia.
- Neuropatía Miedo excesivo al embarazo y a infecciones de transmisión sexual.
Otros trastornos sexuales y de la identidad sexual
- Parafilias
- Problemas de identidad sexual
- Problemas de orientación sexual
- Eyaculación precoz
- Trastornos del deseo sexual
Ansiedad de rendimiento y actitud de espectador
Trastornos psiquiátricos
Causas psicológicas y sexuales de la disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Causas vasculares: 60-80%
Causas neurológicas: 10-20%
Causas hormonales: 5-10%
Patologías genéricas
- Patologías genéricas
- Arteriosclerosis
- Tabaco
- Hiperlipemia
- HTA
- Diabetes
- Enfermedad de Peyronie
- Fracturas pélvicas
- Traumatismos perineales
- Fractura de cuerpos cavernosos
- Trasplante renal heterotópico
- Síndrome de Leriche
- Bypass aortoiliaco o aortofemoral
- Secuelas de la Radioterapia
- Secuelas del priapismo
De sistema nervioso central
- Accidente cerebrovascular
- Síndrome de apnea del sueño
- Enfermedad de Alzheimer
- Enfermedad de Parkinson
- Tumor cerebral
De la médula espinal
- Traumatismos
- Causa compresiva (Hernia discal)
- Enfermedad desmielinizante (Escl. Múltiple)
- Causa tumoral (Tumor medular)
- Enfermedad vascular (Infarto medular)
- Enfermedad infecciosas (Tabes dorsal)
- Mielomeningocele
- Enfermedades degenerativas Iatrogenias
Nervios periféricos
- Neuropatía diabética
- Neuropatía alcohólica
- Secuelas postquirúrgicas
- Prostatectomía
- Cistoprostatectomía
- Resección transuretral de próstata
- Cirugía de la médula espinal
- Amputación rectal
Exceso de estrógenos
- Latrogénico exógeno
- Hepatopatías
- Tumores productores de estradiol o de HCG
Hiperprolactinemias
- Latrogénica por fármacos
- Tumor hipofisario
Hipogonadismos
- Hipogonadotróficos
- Hipergonadotróficos
Disfunciones tiroideas
- Hipertiroidismo
- Hipotiroidismo
Disfunciones suprarrenales
- Síndrome y enfermedad de Cushing
- Insuficiencia suprarrenal
Hiponutriciones severas
Principales causas derivadas de la ingesta de fármacos de disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Fármacos con acción hormonal
- Disminuyen o inhiben la acción de la testosterona: antiandrógenos,estrógenos, anabolizantes, esteroides, espironolactona, ketoconazol, digoxina, clofibrato, cimetidina.
- Aumentan los niveles de la prolactina, una hormona cuya principal función es estimular la producción de leche de las madres que amamantan, aunque está presente en todas las personas, tanto hombres como mujeres: cimetidina, metoclopramida, fenotiazinas, opiáceos, endorfinas, haloperidol, antidepresivos tricíclicos,metildopa.
Fármacos psicótropos
- Antipsicóticos y neurolépticos: fenotiazinas, tioxantinas, tioridazinas, butirofenonas.
- Antidepresivos: tricíclicos, tetracíclicos, IMAOs, ISRS.
- Ansiolíticos: benzodiacepinas.
Fármacos antihipertensivos
- Simpaticolíticos: clonidina, metildopa, reserpina, guanetidina.
- Bloqueantes beta-adrenérgicos: propranolol, pindolol, atenolol, metoprolol.
- Diuréticos: espironolactona, tiazídicos.
Dificultades con la lubricación vaginal
Se define el trastorno de la excitación sexual femenina como la incapacidad persistente o recurrente para conseguir o mantener la excitación. El síntoma que percibe la mujer y que es el que mejor describe el trastorno es la dificultad para lubricar su vagina en respuesta a una estimulación sexual adecuada. Tiene la sensación de permanecer seca de forma que la penetración, el intento de penetración o la simple manipulación de su vulva le resulta incómoda o francamente molesta. Es menos o en absoluto apreciable para una mujer el hecho de que presente disminución de la hinchazón genital adecuada (clitoridiana o labial) y falta de alargamiento, dilatación y excitación vaginales.
La prevalencia específica de este trastorno no ha sido bien delimitada. Los estudios al respecto la engloban entre el conjunto de las disfunciones sexuales femeninas, de forma que se describe una prevalencia que varía desde un 25% a un 63% de la población femenina. En cualquier caso, en el trastorno de la excitación sexual femenina un factor clave es la edad de la mujer. Este trastorno suele presentarse especialmente tras la menopausia, sea esta quirúrgica o fisiológica.
Con el cese de la regla (menopausia) es frecuente que aparezca este problema, que viene desencadenado por la falta de estrógenos en la mujer, como comentamos en el capítulo que dedicamos a la sexualidad en la menopausia y climaterio. Otras causas médicas, mucho menos frecuentes, pueden ser desde ciertas enfermedades, la propia atrofia del tejido genital (kraurosis), por lo general en edad avanzada, y puede ser un efecto adverso de algunos medicamentos, como, por ejemplo, el uso reiterado de ciertas cremas con corticoides.
Cuando el trastorno de excitación aparece en mujeres más jóvenes, que aún no han alcanzado su climaterio, suele deberse a causas psicológicas, relacionadas en su mayoría con preocupación y miedo alrededor de la propia experiencia sexual inmediata: miedo al embarazo, al contagio, a ser descubiertos, a ser rechazada por la pareja, etc. En las chicas más jóvenes es bastante frecuente que se trate de una simple mala técnica de estimulación sexual. El escaso juego sexual previo al coito impide que la vagina se encuentre lubricada de manera adecuada, de forma que tanto los intentos de penetración como la misma penetración resultan molestos, cosa que desconecta todavía más a la mujer de su proceso de excitación, lo que a su vez aleja la posibilidad de que fluya su respuesta de lubricación.
Sequedad vaginal
Es la molestia principal de la mujer con trastorno de excitación sexual. Es importante que toda mujer, especialmente aquella que se encuentre en su menopausia y comience a sentir sequedad vaginal, sepa cómo evitar que esto sea un obstáculo insalvable para su disfrute sexual. De entrada, cualquier mujer que comience a percibir sequedad vaginal y/o insuficiente lubricación en las relaciones sexuales, con independencia de su edad, debe dedicar especial atención al disfrute del juego sexual no coital, es decir, a las caricias de todo tipo, que si bien son clave para el disfrute de cualquier pareja, en estos casos puede suponer la diferencia entre sentir placer o molestias. Es muy importante cuidar la vulva y la vagina, como cualquier otra parte de nuestro cuerpo. Si proporcionamos a nuestro cutis cuidados con cremas, la vulva y la vagina también requieren de atención cuando aparece la sequedad vaginal. En la farmacia se pueden encontrar, sin necesidad de receta médica, geles que contienen isoflavonas de soja, con propiedades hidratantes y suavizantes que ayudan a evitar la sequedad vaginal. Los comprimidos de isoflavonas, las cápsulas de aceite de onagra o las vitaminas A y E también mejoran el estado de la piel de todo el cuerpo y las mucosas.
La sequedad vaginal es un trastorno muy común, y es importante que la mujer sepa cómo evitar que se convierta en un obstáculo insalvable para el disfrute sexual
En el capítulo sobre la sexualidad en menopausia y climaterio se comentan los criterios sobre la conveniencia de la Terapia Hormonal Sustitutoria (THS), así como las cautelas que deben seguirse durante el tratamiento de reposición hormonal con estrógenos y progestágenos. Tanto si la mujer recurre a la THS como, de manera especial, si no lo hace, es destacable la ventaja, en cuanto a calidad de vida y facilidad para continuar disfrutando de su sexualidad, del uso de lubricantes y geles vaginales antes mencionados. En el caso del uso de lubricantes, es preferible que sean de base hídrica o solubles en agua. Los lubricantes que no se disuelven en agua proceden del petróleo, de manera fundamental se trata de la vaselina y otros aceites minerales. Éstos, a causa de su indisolubilidad en agua, se adhieren a la mucosa vaginal, lo que puede facilitar el desarrollo de gérmenes y disfrazar las infecciones hasta que están demasiado avanzadas.
Es conveniente que el lubricante tenga un pH ligeramente ácido, que no supere el 5.0, similar al habitual de la vagina y que le permite la mejor defensa frente a infecciones o desequilibrios en la flora bacteriana vaginal. Es preferible un gel ligero, de fácil aplicación. Hay menor riesgo de posible irritación vaginal cuando el lubricante carece de sustancias que le confieran sabor, olor o color. Mejor si su efecto lubricante es de larga duración. Eso facilita la espontaneidad en el encuentro sexual por no necesitar estar pendiente del momento de su aplicación previa al coito. Los geles de isoflavonas cumplen esa función. Por último, es recomendable que el lubricante sea fácil de eliminar con el lavado, cosa que también ocurre cuanto más solubles en agua son. Los geles de isoflavonas no requieren de lavado porque actúan como una crema hidratante y suavizante.