Si crees que la expresión «somos lo que comemos» que define las bases de una alimentación natural y sana, es algo novedoso y fruto de las últimas investigaciones, te sorprendería saber que desde los principios de la medicina ya se intuía una relación entre lo que comemos y el estado de salud general.
Hace décadas se utilizaban remedios medicinales que, aunque carentes de eficacia, intentaban curar las enfermedades siguiendo este principio: extractos de glándulas animales para curar la diabetes, polvo de hígado para las afecciones hepáticas. Hoy en día, existen numerosos estudios que demuestran la relación entre alimentación y salud. ¿Cómo cuidarte a través de tu alimentación? A continuación, te explicamos algunos factores a tener en cuenta.
¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA CON LOS ALIMENTOS Y QUÉ PODEMOS HACER NOSOTROS?
- Seguridad, conservación y limpieza. Es fundamental consumir alimentos con origen certificado, en perfecto estado de conservación y correctamente lavados si son frescos.
- Los alimentos deben ser de calidad.
- Intolerancias y alergias. Muchas personas son intolerantes a algún alimento y no lo saben, por lo que es importante detectar y evitar aquellos que te provoquen alteraciones, tanto a nivel digestivo como generalizado. Puedes empezar identificando cuáles te provocan las digestiones más pesadas, si tu piel reacciona de alguna forma o si sientes malestar general.
- Comer despacio. Dedica el tiempo suficiente a comer tranquilo, masticando correctamente para garantizar una buena digestión.
- Variedad y cantidad. No existe ningún superalimento que aporte todos los nutrientes necesarios, así que tienes que comer variado, sin cometer excesos y, según recientes estudios, controlando los horarios de las comidas. ¡Dieta equilibrada!
¿QUÉ NOS APORTA LA FLORA INTESTINAL?
La presencia de microorganismos beneficiosos en nuestro aparato digestivo es fundamental para incorporar adecuadamente a nuestro cuerpo los nutrientes contenidos en los alimentos. Este punto es especialmente importante, ya que a veces no nos damos cuenta que los seres humanos vivimos en simbiosis con miles de bacterias y hongos, sin los cuales no podríamos existir. De este modo, nuestro intestino es un pequeño ecosistema en el que conviven millones de bacterias, la mayoría beneficiosas, con diversas funciones:
- Digestión y metabolismo de los carbohidratos. Estos microorganismos permiten que obtengamos nutrientes que de otra forma no podríamos conseguir, ya que no disponemos de enzimas para ello. Las enzimas son moléculas proteicas cuya presencia es indispensable para que una reacción bioquímica se produzca. Para poner un ejemplo, los humanos no tenemos capacidad para digerir celulosa, pero sin embargo las vacas sí que pueden ya que tienen en su estómago bacterias que les aportan la enzima necesaria para hacerlo.
- Crecimiento y mantenimiento de las células que conforman la mucosa digestiva. La microbiota intestinal le dice a nuestro organismo qué células ya no son funcionales y cuándo ha llegado el momento de reemplazarlas.
- Barrera del sistema inmune. Las bacterias y hongos viven en un ecosistema, es decir, en un equilibrio entre ellos. Este ecosistema impide la aparición de nuevos microorganismos perjudiciales que podrían romper ese equilibrio.
- Especialización del sistema inmune. La flora intestinal tiene capacidad de comunicarse con nuestros linfocitos (células responsables de las defensas) y los ayuda a reconocer los organismos patógenos causantes de enfermedades.
El mal funcionamiento de la flora o microbiota intestinal, definida por algunos autores como un órgano más del cuerpo, está asociado a diarreas, gastroenteritis, gases y diversos trastornos digestivos, pero también parece responsable de enfermedades más graves, como alergias e inflamación del intestino. Por todo esto, es importante mantener una flora intestinal equilibrada, sobre todo cuando se ve afectada por el efecto de los antibióticos, la baja ingesta de fibra o enfermedades digestivas, entre otros.
¿CÓMO PODEMOS REFORZAR NUESTRA FLORA INTESTINAL?
Disponemos de dos vías para reforzar y asegurar la presencia de la flora beneficiosa:
- Probióticos. Son microorganismos vivos que tienen un efecto beneficioso sobre la salud cuando se toman en la cantidad adecuada. Se pueden encontrar de forma natural en algunos alimentos como el yogur, el kéfir, el chucrut y otros productos fermentados, y ayudan a restablecer el equilibrio de la flora intestinal. Son beneficiosos para tratar gran número de problemas digestivos y para prevenir infecciones intestinales y urogenitales.
- Prebióticos. Son sustancias no digeribles de algunos alimentos, que estimulan el crecimiento y actividad de la flora intestinal. Los prebióticos se encuentran en muchos alimentos de forma natural, como son la remolacha, las alcachofas, los espárragos, las legumbres, los tubérculos como la patata y el boniato, o en cereales integrales -como el trigo, la avena y la cebada, que contienen inulina-. Estos alimentos son auténticos «manjares» para la flora intestinal y ayudan a su desarrollo.
Esperamos que esta información te resulte útil para comprender la importancia de cuidar a nuestros pequeños y fieles amigos, la microbiota, responsables, en parte, de nuestra buena salud. No olvides que «somos lo que comemos», pero también es importante asegurarse de llevar un estilo de vida sano: combina una dieta equilibrada con ejercicio físico, y escucha a tu cuerpo.
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