¿Qué es la Terapia conductual integrativa de Pareja (IBCT)?
Es un tipo de intervención psicoterapéutica dirigida a las parejas, con perspectiva conductual contextual y con un amplio soporte científico . El motivo por el cual incluye la palabra “integrativa” en su denominación, es por la búsqueda de la mejora en la pareja mediante la integración de dos vías, una es la de llevar a cabo cambios concretos para adaptarse al otro, la otra consiste en la ampliación de la aceptación hacia el otro. Es decir, se trata de encontrar un equilibro entre la aceptación y el cambio.
La parte de la aceptación está estrechamente vinculada con el mindfullness o la conciencia plena, y el cambio se aborda desde las robustas estrategias establecidas desde la terapia conductal -siendo estas las mejores herramientas terapéuticas disponibles en la actualidad, es decir, con mayor aval empírico-.
A veces los problemas de pareja pasan por percibir los atributos del otro como molestos, inaceptables o intolerables. Esta percepción se puede ir haciendo cada vez más rígida, inflexible y extrema. Cuando esto sucede, se intenta cambiar al otro y ello dificulta la mejoría en la relación al incrementar la frecuencia y la intensidad de los conflictos, las recriminaciones y las agresiones directas o indirectas. Por eso, la alternativa al conflicto que se plantea desde este enfoque pasa por aceptar las diferencias y aproximarse uno al otro con empatía y compasión.
La Terapia Conductual Integrativa pone énfasis en la aceptación por parte de los miembros de la pareja.
Esta aceptación no significa resignación, sino todo lo contrario, tomar las dificultades de la pareja como una vía para incrementar la cercanía entre los miembros. Esto es, se trata de reenmarcar los problemas de la pareja como un elemento de cohesión capaz de fortalecer la intimidad de la pareja.
Las exigencias de cambio y la no aceptación del otro pueden tornarse más dañinas para el bienestar de la relación que el propio atributo del otro que no nos gusta. Como decíamos, se trata de equilibrar el cambio y la aceptación de las diferencias. Promover la aceptación, la comprensión y la empatía como forma de aminorar la conflictividad, y así, abrir camino a la intimidad. Lo que no hay que aceptar bajo ningún pretexto son las imposiciones del otro, las conductas agresivas, abusivas, vejatorias…
¿Cuál es el marco teórico de la terapia integrativa conductual de pareja?
Esta intervención psicológica que se apoya en la teoría conductista radical, formando parte del cada vez más amplio abanico de terapias conductuales de tercera generación, también llamadas terapias contextuales – funcionales.
¿Por qué decimos es un modelo contextual?
La tarea del psicoterapeuta, psicólogo especialista en terapia de pareja, consiste en ayudar a los miembros a entender porqué el otro actúa como lo hace, para así, al aumentar la comprensión, poder también incrementar el grado de tolerancia hacia el otro.
El análisis funcional en la terapia integrativa es la herramienta que nos permite explicar porqué las personas hacemos lo que hacemos. A partir de aquí, podemos analizar cuáles son los desencadenantes y mantenedores de la conducta problema, y así, poder intervenir en ellos y conseguir el resultado que los miembros de la pareja desean.
Los modelos contextuales centran la atención en los determinantes de la conducta, es decir, tratan de encontrar tanto aquellas variables internas – pensamientos, emociones, sensaciones- y externas -el entorno-, como las variables presentes -los estímulos del momento presente- e históricas -lo relacionado a la historia personal de cada miembro de la pareja-.
¿En qué fases consiste esta terapia conductual de pareja?
Podemos dividir la terapia integrativa de pareja en dos fases. La primera es una evaluación inicial, y la segunda, el tratamiento activo. La parte de la evaluación se lleva a cabo en aproximadamente las tres primeras sesiones, y consiste en analizar las dificultades por las que está pasando la pareja y que les han llevado a consulta.
Lo más frecuente es que durante estas tres primeras sesiones de evaluación asistan conjuntamente los dos miembros de la pareja.
También durante esta fase, el terapeuta ofrece cuestionarios a completar por ambos miembros de la pareja, los cuales serán entregados en posteriores sesiones individuales.
Una vez realizadas estas primeras tres sesiones conjuntas, entramos en la siguiente fase, consistente en dos sesiones individuales una con cada una de las partes de la pareja. En estas, se exploran las preocupaciones relacionadas con la pareja, así como la historia vital de cada miembro.
La cuarta sesión vuelve a ser compartida entre los dos miembros de la pareja y el terapeuta. En esta, ya no se trata tanto de recabar información, como de ofrecer feedback sobre las fortalezas y las debilidades de la pareja y cómo la terapia tratará de ayudar a la pareja. Es decir, se exponen los problemas de la pareja, se conceptualizan los principales temas que llevan al desentendimiento, y se aborda el cómo los esfuerzos que han estado llevando a cabo los miembros de la pareja para resolver el problema han sido improductivos, y cómo podemos conseguir, con la ayuda de la terapia, que estos esfuerzos se traduzcan en bienestar para la relación.
Una vez finalizada la sesión de feedback, la pareja ya lleva suficientes sesiones como para detenerse a valorar nuevamente si el terapeuta y la terapia están siendo de utilidad y si es menester continuar el tratamiento. En el caso de que la pareja decida continuar hacia adelante con la terapia, entraríamos ahora en la fase activa del tratamiento. Llegados a este punto, las sesiones de ahora en adelante se realizan todas conjuntamente con los dos miembros de la pareja. Se trabaja tomando sucesos positivos y negativos que han ocurrido recientemente entre ellos como medio para abordar las grandes dificultades que tiene la pareja.
Por ejemplo, si uno de los temas importantes a tratar para la pareja fuera la dificultad para alcanzar una buena intimidad emocional, podría ser oportuno tomar un suceso reciente en el que sí lograron esta intimidad emocional, o uno momento en el que no lo hicieron, u otro en el que uno se la ofreció a su compañero pero este no actuó con reciprocidad y el uno se sintió rechazado.
Analizar estas variables es esencial para advertir cuándo las cosas funciona y cuando no, y así poder organizar las variables con el fin de que la pareja alcance el objetivo deseado. Siguiendo con más ejemplos, pongamos por caso que uno de los temas de conflicto de la pareja está relacionado con la toma de decisiones, la manera de proceder sería analizar en ocasiones anteriores cómo actuó la pareja, qué es lo que funcionó y qué no, para así, en posteriores eventos en los que sea necesario el tomar una decisión, se puedan emplear aquellos elementos que sí funcionan e introducir nuevos patrones de conducta eficaces para el bienestar de la relación.
¿Cuánto dura el tratamiento y con qué frecuencia se llevan a cabo las sesiones?
El protocolo que se ha utilizado para la investigación, consta de una fase inicial de unas 4 sesiones en las que se recaba la información básica. Luego entra la fase activa del tratamiento que suele prolongarse hasta unas 20 o 22 sesiones. Normalmente se empieza con una frecuencia semanal y luego se va espaciando en el tiempo, en otras palabras, las visitas pueden empezar cada 7 días, luego pasar a una periodicidad quinquenal o mensual.
La duración total del tratamiento puede variar entre los 6 y los 12 meses.
¿Porqué las parejas eligen la terapia conductual integrativa de pareja y qué resultados se pueden esperar?
Las últimas investigaciones sugieren que muchas parejas deciden acudir a terapia porque se sienten en una situación de estrés disfuncional o distrés que se prolonga en el tiempo. De estas parejas que finalmente se deciden a llevar a cabo el tratamiento, dos tercios de las parejas siguen unidas y con una mejora significativa de su relación al terminar el tratamiento, resultados que se mantienen más allá de los dos año después de haber terminado el tratamiento.